enero 21, 2012

Guardo en el bolsillo los sentimientos

Almuerzo del día: galletitas sin sal con queso untable light a las 4 y media de la tarde. NO! no empecé a hacer dieta ni nada por el estilo, pasa que estoy en la casa de mi tía y ella no puede comer nada con sal por su hipertensión.
Buen tema para hablar, la convivencia con mi tía. ¿Por dónde empiezo? Claro, por la idea final: no la tolero más. Desde hace un tiempo (para ser más exacta, desde que su enfermedad se agravó a mediados del año pasado) nos venimos llevando bastante mal, pero ahora se potenció. Como está a cargo mío, y según ella "tiene que cuidarme" porque así lo pidió mi mamá, se piensa que puede hacer y deshacer sobre mí. Cuando tiene ganas me cocina algo, y cuando no las tiene, me las tengo que arreglar sola. Normalmente, no almuerzo porque me levanto tarde, cerca de las 2 p.m. y como ella está en su trabajo, tengo que rebuscármelas o directamente comer galletitas, alfajores, cosas que no se recomiendan como almuerzo. Pero ahora, esa situación se está haciendo natural en la cena: Miriam (tía) llega cansanda, a las 6 de la tarde más o menos (cosa que no entiendo, porque de su laburo sale a las 3 y media), arregla SUS cosas, y se acuesta. Pero ¡ojo! antes de meterse en la cama como una lady, sus palabras son "hay un pollo en la heladera, también lechuga. Y hay que darle de comer a los perros". ¿¡NO ES DIVINA!?
Parece un fucking deja vú que se repite todas las noches. Y ayer terminó por colmarme la paciencia. Ayer toqué fondo. Mientras lavaba la olla en la que me había hecho unas salchichas para pancho (mi cena de anoche, señores), Madame Miriam me repitió las malditas palabras de siempre ("hay pollo en la heladera, etc.) y reaccioné como es de esperar. Le grité muy fuerte, y le dije una serie de cosas horribles que, en definitiva, eran lo que yo pensaba. Tal vez no fue la mejor manera de plantearlo... Bueno, no fue la mejor manera de plantearlo, pero soy impulsiva, y justamente anoche no era la excepción.
Hasta ahora, no nos dirigimos la palabra, ni yo a ella, ni mucho menos ella a mí. Estamos frustradas. Una con la otra. La poca tolerancia es mutua, eso sí que es jodido. Y la entiendo, pero no coincido en su manera de actuar. Está molesta por lo que le pasa, por tener un cuerpo que le falla constantemente, que llega al extremo de tirarla en la cama del dolor. Está enojada por haber perdido su vitalidad tan propia, ir de un lado al otro, bailar en las mañanas mientras desayunaba, tener siempre la energía necesaria para contagiarnos un poco a todos.
Se perdió, y no se encuentra.
Me hace mal, pero no por eso tiene que reflejar su mal estar en mí. Por algún motivo X, la molesto, y eso lo siento. Entonces lo devuelvo.

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