enero 15, 2012

Dynamite

Jueves 12, 16:31 p.m.
Mi cabeza en cualquier momento explota. No para de dolerme, como si mis neuronas se estuvieran comprimiendo lentamente y estrujándose entre sí. El calor me molesta, me resulta insoportable. No tolero al gallo que hay al lado, que no para de cocorear o lo que sea que haga (¿vivía en un campo la mina?). La radio está prendida y, sin embargo, nadie la escucha porque a nadie le interesa. La computadora también y la luz del monitor me hace mal, pero soy lo suficientemente masoquista para quedarme acá.
La euforia que tenía hasta hace unos días (bueno, tal vez semanas) desapareció como por arte de magia. Es más, tengo muchas ganas de golpear a alguien que nunca creí querer golpear. Y es en serio. Casi que la estoy odiando... Mucho... Tanto que en estos precisos momentos está ingresando a mi lista de personas aborrecidas por mí. Ya son varios los que están incluídos.
Ahora me voy a lo de Porota, es el cumpleaños y paso a saludarla. Espero despejarme; quiero despejarme. Y también quiero que me deje de doler la cabeza. No para, voy a estallar del mal humor.
Sigo cuando vuelva, lo prometo.

Domingo 15, 07:47 a.m.
A veces dudo de mí misma cuando prometo algo... Pasaron varios días y esta entrada no fue publicada, así que me tomé un momento para concluirla de una vez por todas.
No hay nada que añadir, todo está igual; una buena canción diría "todo sigue igual de bien", pero no describe con exactitud cómo sigue todo por acá.
Hay cosas que siguen siendo jodidamente molestas, y otras que ya no lo son. Claro, nadie debe entender de qué estoy hablando pero bueno, me basta con fingir que me entiendo. Sí, finjo. Finjo porque en realidad no me entiendo. Y nunca lo voy a hacer.
Disculpen si les armo un gran lío en la cabeza, pero es más o menos la historia de mi vida: un jodido e infinito lío, que a veces toma la forma de un trabalenguas o algo parecido. Ya lo sé, estoy delirando. No dormí nada, lo único que hice fue jugar un rato a las cartas, mirar TV y estar frente a una mini-computadora; eso suele quemar la cabeza.
Claramente esto de hablar (en este caso, escribir) sin filtros, no es lo mío. Y mucho menos si tengo tanto sueño. No sigo más. No puedo más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario